Galicia en verano, desde Valença parece una
extensa alfombra verde, recortada entre colinas, después de unos kilómetros calas,
rías y cabos, el mar penetra entre nubes
blanquecinas, una envidia para los que venimos del sur.
En la capital, Santiago de Compostela.
El viajero vive por estas tierras el camino como propio, es un destino diferente, ya sea siguiendo la llamada
de la religiosidad, la curiosidad, la búsqueda de los límites físicos o
espirituales o simplemente, la contemplación.
En cualquier caso no deja indiferente a
nadie, salimos de Santiago de Compostela rumbo a Fisterra, por la AG-56 seguimos
una larga ruta hacia el oeste que nos llevará las rías, dirección a Noia. Dejando a la derecha la
sierra de Outes, una serpenteante carretera nos acerca a la ría de Muros. Los hórreos presiden la entrada y salida de
pequeñas aldeas, hasta llegar a la playa
de Louro.
Después de más de una hora de viaje en la
desembocadura del ría Jallas (Xallas en gallego) en Ézaro, el agua dibuja
múltiples cascadas, sobre ella rocas ennegrecidas por un incendio ocurrido años
atrás. Aguas arriba los embalses de Castrelo y Fervenza.
Pasamos Cée y Corcubión ya cerca de nuestro destino, dejamos atrás playas interminables
descubiertas por la bajamar.
La carretera continúa estrechándose y asciende
ligeramente, hasta llegar a Fisterra , seguimos
la dirección al faro , a la salida del
pueblo a la derecha una enorme explanada, lugar idóneo para comer y contemplar
las vistas.
A nuestras espaldas la Iglesia Parroquial de
Santa María Das Areas, una joya románica que empezó a construirse en del siglo
XII, permanece ausente, escondida de la costa
Sus graníticas piedras definen arcos de medio punto. Su origen la
remonta, según algunos autores a Doña Urraca y se cree se ubicó sobre un
antiguo castro celta.
Se añadieron elementos góticos,
quizás de los siglos XIV o XV: la capilla del Carmen, el altar mayor y el
baptisterio, todos con hermosas bóvedas de crucería.
El templo no tiene ningún elemento que lo
relacione directamente con el Camino de Santiago pese a pasar justo por su
parte trasera. Observo que ningún peregrino se detiene.
Poco falta ya para llegar al faro, las vista en
Fisterra son inmensas, interminables como las palabras que con las que
definieron nuestros ancestros este lugar como “ el fin del mundo”.
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