martes, 23 de septiembre de 2014

Turismo, divino tesoro.



Ya son más de 15.000 km durante 3 años consecutivos recorriendo buena parte de Europa. Siempre me he preguntado los motivos por los que somos  capaces de utilizar parte de nuestra vida en buscar nuevos horizontes.

De hecho llevamos genes nómadas en nuestras venas, pero está claro que nuestro entorno, motivaciones, presupuesto e influencias del exterior condicionan nuestro comportamiento.
Un amigo me decía, con mucha razón, que “el éxito de cualquier negocio (entre ellos el turístico) radicaba en poner al servicio del pueblo aquello que estaba restringido  al uso de unos poco privilegiados, ricos, poderosos…”



 

El principio de identidad confunde nuestras preferencias y nos hace eso sí, más iguales,  todos los viajes serán a los mismos sitios y todos veremos los mismo.

Recuerdo que a mediados de los 80 de siglo pasado, ya ha llovido desde entonces, hacia turismo rural, pero rural, rural, visité el cortijo de El Alcázar en Alcaucín (Málaga) y   fue toda una odisea,  transporte en 2 autobuses desde Málaga y una larga caminata desde el Puente de Don Manuel  hasta el cortijo, unas 7 horas en total, eso sí  antes de visitar en el pueblo al depositario de la llave del cortijo o mejor super llave,  de unos 25 cm y casi un cuarto de kilo de peso.

El cortijo , era cortijo, cortijo, con literas y camas de muelle pero sin colchones, sin luz, con suelo de tierra compactada, el cemento brillaba por su ausencia y  la cal desconchada y humedecida sobre  la pared  dibujaba un mapamundi de efectos multicolores a la luz de la linterna. Dormir en el suelo fue la mejor solución, al menos te protegía del rocío de la noche.
Nada que ver con las “casas rurales” actuales, verdaderos hoteles de lujo, con spa, spa,  chimeneas última tecnología, aire acondicionado etc. etc.  , aquí no te dan la pesada llave, debes hacer reserva y por supuesto abonar “dinero en depósito”, que ya te escama/mosquea no por lo que tú vayas a romper o destrozar, sino por los que vayan o hayan ido haciendo botellón, ruido o demás desmanes sean tus compañeros de viaje por el entorno.  

Así ciertos lugares  maravillosos y dignos de protegerse, como las Alpujarras, la Axarquía, Sierra de las Nieves se han convertido en auténticas ferias sobre todo en Navidad, verano o Semana Santa.
Es complicado elegir  cuando existe tanta información, internet, redes sociales  y encontrar “tu viaje ideal”  hay viajes para singles, viajes para homos, viajes para fotografía, viajes con encanto, viajes imposibles, todo perfectamente estructurado para no pensar en los problemas cotidianos. Pero lo mejor es dejarse aconsejar por amigos familiares ellos saben siempre lo que  te gusta, claro lo que le gusta a ellos y a lo que todo el mundo le gusta, es decir lo mismo.

Así un crucero, en un barco, barco, no deja indiferente a nadie, vendible ante las amistades,  perfectamente organizado, comida abundante, cómodo, sin  nada que hacer,  tiempo suficiente para gastar dinero, rascarte la barriga o lo que quieras y hacer visitas de puerto en puerto como un magnate, no importa que tengas  que pagarlo a crédito de 12 cómodos plazos, pero bueno, se dice,  merece  la pena al menos una vez en la vida.
No es mi elección, que no me esperen, hacer colas para comer, escuchar los gritos de unos y de otros, ponerme la ropa que ellos digan, para asistir a los eventos que te ofrecen y dejar a los niños encerrados en “zoológicos educativos” llenos de bolas y  atracciones. Pues la verdad es que no, se agradecen los servicios que se ofrecen pero me gusta  organizarme  mi tiempo libre a mi manera. No es la mejor opción al menos es la mí.

Van quedando menos alternativas los viajes organizados pueden ser  una opción para viajes cortos o puntuales, reservando alojamientos y/o transporte o hacerlo conjuntamente en una agencia. Nos asesoramos a través de Internet, consultamos precios, comparamos y elegimos los lugares con mejores referencias.
Sin embargo me gustan los viajes  de aventura, sí, aventura, aventura. No irme al Nilo o al Amazonas ni a Groenlandia, al Ártico o a la Antártida. Son los viajes reales, reales de verdad,  puede que no sea la mejor elección para muchas personas,  no son viajes excesivamente  cómodos, más económicos,  tienes que tener siempre la mente activa, te cansas, son imprevisibles, tienes constantemente que elegir entre varias opciones, la comida te la tienes que buscar y hacer, pero eliges hacia donde ir y además no sabes exactamente cuándo volver y dónde dormirás al día siguiente, estimulas los sentidos y te conviertes en un ser  nómada, como nuestros ancestros y cuasi libres.


Así  nos permitimos visitar  los lugares típicos y tópicos, es decir dónde va todo el mundo,  busco aquellos muy interesantes para nosotros y que no lo son para los demás, aquí no hace falta hacer reserva y por último los lugares que nos encontramos por el camino y que a veces son los mejores, son las maravillas escondidas, paisajes perdidos o remotos, descubrimos personas o personajes entrañables, curiosos que existen y que no precisan referencias. Pasas de ser un turista, turista a poder descubrir, aprender y sobre todo pensar. Eso sí  me interesa.

Así que a preparar  nuestra visita a la  Bretaña Francesa,  tierras danesas y sur de Suecia o el lugar que encarte, cómo o cuándo sea.


El placer de utilizar nuestro tiempo de vacaciones este año llega a su fin con el otoño, sin embargo todo está en nuestra mente, aquello que deseemos hacer será aquello que imaginemos, sea real o no. Así el mejor viaje no es ir al lugar más lejano y exótico,  sino aquello que te mueve a ir a ese lugar,  el camino, las opciones son múltiples. Merece  la pena intentarlo. Buen viaje.

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