martes, 10 de febrero de 2015

Clermont-Ferrand, Auvernia (Francia). Subida al Puy-de-Dôme.




En el centro de Francia (Auvernia) se sitúa la ciudad de Clermont-Ferrand, por cierto lugar de nacimiento del matemático, filósofo y escritor  Blaise Pascal.



Al oeste de la ciudad, una cadena montañosa  volcánica de unos 30 km de longitud (Chaîne des Puys o Monts Dômes) dibuja un paisaje impropio para la época (agosto 2013), colinas redondeadas y cubiertas por  un extenso manto verde flanqueados por múltiples caminos dirigidos hacia los cráteres.



Una buena parte de la ciudad ocupa una loma volcánica llamada meseta central. Se trata, en realidad, del borde este de un cráter marino datado en ciento cincuenta mil años (desde la plaza de Jaude hasta la intersección Europa de Chamalières). Éste mide alrededor de 1,5 km de diámetro y ha sido sedimentado por los aluviones del Tiretaine, un pequeño riachuelo que atraviesa la ciudad. Además, Clermont ha sido construida rodeando el valle del río Allier. (Fuente: wikipedia)


Desde el  Puy-de-Dôme con 1.464 m, vemos ruinas romanas y  visitamos un centro de interpretación. La tormenta no tardó en alcanzarnos.



Muchos monumentos pueden desconcertar por su aspecto sombrío. El material de construcción tradicional es, en efecto, la piedra de Volvic –extraída de las grutas basálticas de la cadena de montañas, y que va desde el gris claro al negro intenso.


La catedral de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre 1248 y 1902. Sus dos torres constituyen uno de los símbolos de la ciudad.






 Centro de Clermont-Ferrand.







 Tren cremallera para la subida al Puy-de-Dôme.




Desde la cima del Puy-de-Dôme:




sábado, 7 de febrero de 2015

En busca del paraboloide perfecto. Espejo astronómico.




Tratar de pulir un vidrio para construir un espejo astronómico, la verdad no es tarea fácil, encontrar el paraboloide perfecto que se ajuste a la concavidad del cristal ,  con errores inferiores a fracciones de micras, resulta a veces difícil de imaginar y controlar. Incluso la NASA tuvo  problemas con el primario del telescopio Hubble,  relacionado con la aberración esférica. 

Después de casi 4 años que adquirí un vidrio de 250 mm de Joan Vila y después de un par de intentos fallidos, el cristal empieza a reflejar y además de forma coherente. Sin embargo no ha sido fácil. De los errores se aprende.

En el primer intento, siguiendo las indicaciones del  libro de Jean Texereau, avancé demasiado en el desbastado para llegar a la "flecha" deseada,  creando una pendiente excesiva desde bordes provocando un astigmatismo considerable, que no detecté hasta el final del pulido.

Hubo que empezar desde el principio, desbastado de nuevo luego esmerilado y pulido, varias semanas de trabajo intermitente. Parece que todo iba bien hasta que tuve la pésima idea de pulir mecánicamente a baja velocidad y siguiendo los mismos movimientos recomendados. La superficie estaba a simple vista perfecta y muy  brillante, otra cosa era la superficie vista desde el reflejo producido de una pequeña luz desde  su centro de curvatura, muy lisa pero con montículos producidos por la acción de la vibración de la herramienta eléctrica sobre el cristal. Visualmente imperceptibles.



Corregidos los errores y entendiendo mejor los caprichos de la luz, mejoré el desbastado con una herramienta manual fabricada con teselas de diámetro algo menor al del espejo (facilitaba la parabolización). Trabajo y mucha paciencia.

Por supuesto esmerilado y pulido con óxido rojo de forma manual. 


Los primeros resultados anoche fueron satisfactorios, pude distinguir Júpiter a 70  aumentos como una esfera  dentro y fuera de foco con malas condiciones atmosféricas,  ajusté la focal a 800 mm bien definida , f/3.2 . El campo de visión bastante bueno a pesar de tener un espejo secundario menor al recomendado por el programa de diseño NEWT.

Aparecía radiación parásita debido a que la superficie precisa unas horas más de pulido . Entonces aplicaré el test de Foucault e interferometría.  De forma cualitativa,   con el  test de Ronchi se intuye una forma paraboloidal muy marcada.

Adjunto fotos del telescopio prueba utilizado y una foto de la imagen diurna desde mi ventana, proyectada sobre el espejo, a una distancia doble de la focal y separada ligeramente del eje óptico, para no interferir en la toma.








domingo, 18 de enero de 2015

Real Observatorio de Madrid





Muy cerca de los jardines de El Retiro, siguiendo la calle Alfonso XII  nos encontramos sobre una colina  conocida como Cerrillo de San Blas. Sobre esta elevación durante el reinado de Carlos  III (1785) se construyó el Real Observatorio de Madrid.


Por este lugar tenía originariamente la entrada  el observatorio fue diseñado  por Juan de Villanueva. Está rodeado de jardines y diversos edificios anexos.
El interior del edificio  de Villanueva  están expuestos diferentes telescopios.






El espejo de 61 cm de diámetro que perteneció al gran Telescopio de Herschel  (7.6 m de distancia focal). El resto del telescopio fue destruido durante la invasión francesa en Madrid.



Un péndulo de Foucault preside la sala central .




Diversos instrumentos como  teodolitos y otros materiales en vitrinas.



La biblioteca contiene libros con numeras anotaciones de efemérides astronómicas de la época.



En su interior hay un punto de medidas gravimétricas mediante péndulos de inversión.



En  otra sala observamos el círculo meridiano Repsold  (1853) cuyo objetivo era determinar posiciones estelares y  la hora con ayuda de otros observatorios, de hecho hasta los años 70 del siglo pasado aquí  se determinaba la hora oficial de España hasta que paso el relevo al  Observatorio  de la Armada de San Fernando.







La joya del observatorio sin duda es el  telescopio Herschel (C. 1798).



En la actualidad solo se conserva del original el espejo primario y los planos que se utilizaron para su construcción. Puede visitarse una réplica, construida  entre 1996 y 2002, no está operativo al tener sellado el techo,  sin embargo no deja de ser majestuoso.
























Por último en un edificio cercano al Villanueva está la Sala de las Ciencias  de la Tierra y del Universo inaugurada en 2010. En ella encontramos gran cantidad de instrumentos de navegación, meteorología,  astronomía, geología incluso hasta restos de lava solidificada de la última erupción volcánica  submarina de las Canarias.







Casi dos horas de recorrido y explicación por personal del observatorio y del Instituto Geográfico Nacional (IGN), material, instrumentos  y un acercamiento a nuestra historia.  Visita muy recomendable.